La historia de Laina
El sonido de chocar de metales, resuena en todo el patio de armas. Aesath hacia lo posible por defenderse, siguiendo las instrucciones de su maestra en el arte de la espada. Un paso, un giro en un lugar inapropiado, podía ser la diferencia entre salir victorioso o morir. A los ojos de la joven, su maestra de cabellos pelirrojos apenas se estaba esforzando en el ataque. Solo un intento, eso le bastaría para poder llegar a tocarla, pensó. Con un grito a la desesperada, se abalanzo sobre ella. Laina, reacciono sin sorprenderse, torció el cuerpo y cogiendo a Aesath del brazo le propino un golpe en el trasero con el lomo de la espada.
- ¡Ay! - exclamo la joven.
- Piensa antes de actuar, nunca debes precipitarte en la ofensiva. - dijo Laina a su alumna.
- Eres demasiado diestra, jamas llegare a tu nivel. - dijo, frotándose la parte dañada.
- No siempre fue así. Cuando era pequeña me encantaba ver a mi padre enseñar el arte de la espada. Me podía pasar horas viéndolo. El resto de las chicas de mi edad se dedicaban a labores domesticas, a bordar, a cocinar. Pero a mi, me llamaba este trozo de metal. Un día mi padre me sentó en sus rodillas y me dio un paquete alargado. Lo desenvolví, en su interior había una espada perfecta, hecha para mi. Desde ese día me enseño como a uno más de sus discípulos. De eso hace más de veinte años. - la expresión de su cara al recordarlo se torno sonriente, llena de felicidad.
Continuara...
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