El Camino
Las horas pasaron, las estrellas desapareciron del firmamento dando paso a los primeros rayos del sol. Los campos de trigo, parecian un mar de oro resplandeciente. Los campesinos se habían despertado e iban a sus quehaceres, dedicando unas miradas cargadas de extrañeza a las dos viajeras. Le mujer pelirroja captó esas miradas que las juzgaban a cada zancada de su fiel Lucero, viendo como la muchacha se ocultaba de vergüenza, llena de rubor en sus mejillas.
- ¿Sabes Aesath? Hubo un tiempo, cuando tenía más o menos tu edad, en el que todos me miraban de igual manera. Por aquel entonces, Braenyr y to éramos alumnos de mi padre Elsterak, y una mujer que portara una espada en su cintura era una aberración. Tu padre me defendió muchas veces por ello. ël decía, que el valor de un hombre era identico al de una mujer y que la espada, solo era el instrumento de su propia voluntad. Es una lección que deberías recordar. - le dijo echando una mirada intimidatoria a los hombres, haciendo que dejasen de prestarles atención mientras proseguian su camino.
Continuara...
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