#7 El ama de llaves

El ama de llaves

   Cuando acabaron de acicalarse, sacaron de los baúles de sus respectivas habitaciones un par de vestidos elegantes. El de Laina era blanco con ribetes grisáceos, dejando que de esa manera destacase el color cobrizo de sus cabellos. El vestido de Aesath, era de color azul claro con bordados blancos que le daban un aspecto liviano. Una vez preparadas, salieron de sus respectivas  alcobas, que estaban una junto a la otra, se miraron de arriba abajo riendo al apenas reconocerse.

   Bajaron las escaleras de la casa llegando al comedor donde una mesa preparada con seis platos, vasos y sus respectivos cubiertos les esperaba, rodeada por varias sillas de madera tallada. Las dos mujeres se sentaron de forma muy educada en dos de los asientos. Al poco desde la puerta de acceso llegaban el maestro con sus dos alumnos. Al parecer no habían tenido tiempo para lavarse las manos y la cara. Tenían los ropajes llenos de polvo del suelo del patio. Se sentaron a la mesa, preparados para comer.

   Desde la cocina salió el ama de llaves con una gran cazuela humeante llena de estofado y un cazo para servir en cada plato. Posó sobre la mesa la cazuela, sirviendo a Laina la primera de todos, seguida de Aesath. Se giró paran servir a uno de los muchachos del maestro. Al ver las manos llenas de suciedad, posó el plato vació en la mesa de nuevo.

- ¡Por la espada de nuestro dios, Gestafor! - gruño a los cuatro vientos. - ¿Qué os tengo dicho a los dos? En esta casa se cuida la higiene personal por encima de todo. Id a lavaros, no pienso daros de comer como si fueseis una piara de cerdos malolientes.

   Los dos muchachos salieron corriendo por las puertas,dispuestos a darse un baño rápido. Mientras las chicas se reían por lo bajo. Laina tenia mucha razón cuando le advirtió, pensó Aesath. El ama de llaves era muy estricta y mordía con su lengua como un perro de presa.

Continuara...